Vacaciones Navideñas Saludables Para Los Niños 29-12-2017
Las vacaciones navideñas para los niños
pueden ser de descanso, diversión y tiempo especial en familia, pero nuestros
hábitos vacacionales y la dejadez pueden restar calidad a sus días. Entre grandes
comidas, cenas tardes y muchos familiares, los niños pueden empezar el colegio
después con más estrés y cansancio de lo que tenían antes de las vacaciones. Nos animo (a
mí misma también) a considerar estas sugerencias para los niños, y sacarle el
máximo beneficio al resto de las vacaciones:
- Evitar
los horarios irregulares de dormir, y procurar en lo posible que se acuesten y se levanten más o menos a la misma hora cada día. La
inconsistencia e insuficiencia de sueño altera el sistema nervioso y la
neuroquímica del bienestar en el cerebro, lo cual aumenta el nivel de estrés, el
nerviosismo, la irritabilidad, y la ansiedad. Incluso los niños que
constantemente carecen de sus horas de sueño pueden imitar los síntomas del
TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad). Los especialistas
recomiendan entre 10-12 horas diarias para los niños en edad escolar.
- Reducir
en lo posible la ingesta de azúcar, permitiendo los dulces en los momentos más
especiales. El desayuno debe ser una comida sana y
completa que incluya proteína para empezar bien el día, y no basarse en azúcares
como la bollería y el Cola Cao. El exceso de azúcar afecta al humor y provoca falta de energía, al igual que puede bajar las
defensas en el cuerpo.
- Procurar
que hagan ejercicio diario al aire libre al menos una hora—salir al parque a correr, montar en bici, pasear, etc. Aunque estemos ocupados con
familia, visitas, compras, y nos vemos con la responsabilidad de cocinar
comidas y cenas grandes y elaboradas, no abandonemos esta necesidad básica que
tanto beneficia el bienestar, además de aumentar las defensas y facilitar el
sueño nocturno. Si el ejercicio es en zonas verdes, aumenta la relajación.
- Disminuir
el tiempo de pantallas—móviles, tablets, juegos de ordenador, videojuegos,
películas, dibujos, etc. Los estudios demuestran que este exceso también
aumenta las hormonas del estrés y disminuye la neuroquímica positiva en el
cerebro (serotonina, endorfinas, dopamina, etc.), aumentando la ansiedad del niño y potenciando la búsqueda de la
gratificación inmediata y el mal humor. Una hora o dos máximas al día es una buena sugerencia. Y en menores de dos años se recomienda no exponerlos.
- Animar
a la lectura diaria y de calidad. Si los niños no tienen
este hábito diario, las vacaciones son un tiempo ideal para comenzar, y se
pueden premiar los pequeños logros diarios con algún privilegio o pequeño
obsequio al conseguir por ejemplo leer unos minutos durante 5 días seguidos. La lectura relaja, aumenta la creatividad y enriquece el desarrollo en muchos niveles.
- Permitir
que los niños tengan momentos de descanso solos, sin estar rodeados de gente y
de ruido todo el día, haciendo algo que les relaje.
Así pueden reponerse del “output” de adrenalina que conlleva el estar en
actividad constante, y que en cantidades excesivas aumenta las hormonas del estrés en el cuerpo (cortisona etc.). Un buen momento de “descanso” o de pausa, sería
después de comer, aunque sean demasiado mayores para hacer la siesta
tradicional. Sobre todo, los niños más introvertidos o los niños con sobrecarga
sensorial, e incluso los más "acelerados" y activos, necesitan con más urgencia estos momentos de descanso mental de los
tiempos de socializarse. Es esencial para recargar pilas, y si no hay
suficiente descanso del aspecto social y de actividad, sube el nivel de ansiedad fisiológica
en los niños, la irritabilidad y la falta de autocontrol y autoregulación.
- Mantener
la hidratación—suena tan básico, pero es a veces en invierno que
olvidamos beber suficiente agua, y los estudios demuestran que incluso una deshidratación
leve puede producir molestias de estómago y sensación de ansiedad y
nerviosismo.
- Pasar
tiempo con ellos, con cada niño de forma individual.
Llénales “el vaso” de lo que a cada uno les haga sentirse apreciados y amados.
Son tan pocos días los que tienen sin colegio, y el tiempo invertido estando
con ellos no tiene precio. Este aspecto relacional potencia su formación moral y la obediencia con buena actitud también.
- Asignar
tareas y responsabilidades de casa—barrer, fregar los
cacharros, poner la lavadora, limpiar el polvo, etc., y por supuesto, que
hagan ellos la cama cada día. Cuanto antes empiecen, antes cogerán el hábito.
Los niños necesitan formación en las tareas domésticas igual que cualquier otra
preparación para la vida, y disponen de más tiempo libre estos días, con lo cual también
evitan el aburrimiento. El aprender a realizar bien las taras de casa aumenta
la autoestima sana y la asertividad. El responsabilizarse ellos mismos sin recordatorio es lo ideal.
- Leer
la Biblia y orar con ellos cada día. El tiempo devocional en
familia o de forma individual con los niños no sólo une a los miembros de la
familia, sino que también les enseña lo más importante: el pasar tiempo a diario con Dios,
aprovechando el poder de la oración, enseñándoles a dar gracias y a traer sus
peticiones a su Padre Celestial. Esto también es un ancla de seguridad y de paz
en días de posible ajetreo y falta de horarios.
- Enseñar
la gratitud y el contentamiento. En estas fechas de
regalos, los niños son más tentados con la avaricia y el ansia de tener más
cosas, de comparar con los demás, y de pensar más en recibir. La falta de
gratitud puede llevar a niveles de ansiedad notables; en cambio, el contentamiento
y la gratitud traen tranquilidad y gozo.
Aún queda más de una semana de
vacaciones, y quizá tan sólo una de estas sugerencias puede aumentar la calidad
del tiempo que queda, la felicidad y la paz interior de nuestros hijos. Son cosas
que ya sabemos, pero nos va bien a todos recordarlas. Ayudemos a los niños a
comenzar el año y el nuevo trimestre en buena forma. ¡Feliz Año Nuevo!
Lina Philbrick, Grado en Biblia con cursos en
música y psicología, Máster en Psicología Infanto-Juvenil y Máster en Intervención
Psicopedagógica. Sant Cugat del Vallès, Barcelona.
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